Soy «ti», una palabra chiquitina pero muy generosa, tierna y romántica. Pero, al ser un monosílabo, nunca llevo tilde. Ya sé que mi hermano «mi» a ratos la usa. Es que él a veces actúa como adjetivo posesivo («mi perro») y otras como pronombre («dámelo a mí»). En el segundo caso lleva una de esas tildes de las que sirven para distinguir (diacríticas las llaman los profes). Por no hablar de los días en los que se despierta cantarín y equivale a una nota musical («lo tocaremos en mi»). Todavía es peor lo de «si», mi hermano pequeño, pues tiene hasta cuatro disfraces. Si es nota musical o conjunción condicional no lleva acento ortográfico. Cuando es adverbio de afirmación o pronombre, sí (nunca mejor dicho). Mi caso es distinto, ya que no soy tan esquizofrénica y siempre funciono como pronombre (no se dice «ti perro» ni «ti diadema»). Al no poder confundirme con nada, no hay que ponerme tilde jamás. Gracias por acordarte, porque estoy más guapa con mi puntito y esa rayita me sienta fatal.
lunes, 25 de febrero de 2013
Presentación
No soy profesor de lengua ni catedrático de literatura. Solo
un usuario más de este precioso idioma, un simple amante de las palabras, como
tantos otros. Pero llevo casi catorce años trabajando en editoriales. He visto
de cerca la titánica labor de los correctores y he comprobado cuáles son los
errores que cometen con más frecuencia incluso los profesionales de las
letras. Porque la máxima principal, en la escritura como en lo demás, es que
todos nos equivocamos. Claro que esto supone otra realidad maravillosa: también todos nos podemos ayudar.
Creo, en efecto, que el cuidado del idioma es una gran tarea
diaria y común. Que cada cual tiene un trocito de responsabilidad en ese
objetivo de conservar la lengua impoluta. No por capricho o perfeccionismo, sino
para conseguir poco a poco una comunicación escrita más limpia y eficaz, más
cuidadosa y cortés. Más tierna incluso.
Intentaré evitar las parrafadas extensas y los comentarios
académicos. Quizá por deformación profesional —soy diseñador gráfico— prefiero
otros recursos para transmitir y fijar ideas. Emplearé textos breves, imágenes
y medios gráficos o vídeos para confeccionar este blog. Espero que así mi pequeña aportación pueda también
moverse mejor en el laberinto de Internet y de las redes sociales. Pero no
busco el éxito. Sólo enseñar un poquito y aprender muchísimo más.
Hace algunos años tuve la muy sorprendente ocasión de
señalar un error semántico, por medio de mi jefe, a Miguel Delibes. No lo digo
como demérito del fallecido pero inmortal autor, pues se trataba de la redición
de unos cuentos juveniles que quizá nadie había revisado en mucho tiempo.
Tampoco para jactarme, pues cualquiera podría haberse percatado (y también
pasarlo por alto). Solo lo saco a colación porque su respuesta, por sencilla,
lo engrandece sobremanera: "Si está mal, cambiadlo". Me consta que
otros, de menos talla, hubieran preferido justificarse. Ojalá aprendamos todos
de la humildad de don Miguel.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)