No soy profesor de lengua ni catedrático de literatura. Solo
un usuario más de este precioso idioma, un simple amante de las palabras, como
tantos otros. Pero llevo casi catorce años trabajando en editoriales. He visto
de cerca la titánica labor de los correctores y he comprobado cuáles son los
errores que cometen con más frecuencia incluso los profesionales de las
letras. Porque la máxima principal, en la escritura como en lo demás, es que
todos nos equivocamos. Claro que esto supone otra realidad maravillosa: también todos nos podemos ayudar.
Creo, en efecto, que el cuidado del idioma es una gran tarea
diaria y común. Que cada cual tiene un trocito de responsabilidad en ese
objetivo de conservar la lengua impoluta. No por capricho o perfeccionismo, sino
para conseguir poco a poco una comunicación escrita más limpia y eficaz, más
cuidadosa y cortés. Más tierna incluso.
Intentaré evitar las parrafadas extensas y los comentarios
académicos. Quizá por deformación profesional —soy diseñador gráfico— prefiero
otros recursos para transmitir y fijar ideas. Emplearé textos breves, imágenes
y medios gráficos o vídeos para confeccionar este blog. Espero que así mi pequeña aportación pueda también
moverse mejor en el laberinto de Internet y de las redes sociales. Pero no
busco el éxito. Sólo enseñar un poquito y aprender muchísimo más.
Hace algunos años tuve la muy sorprendente ocasión de
señalar un error semántico, por medio de mi jefe, a Miguel Delibes. No lo digo
como demérito del fallecido pero inmortal autor, pues se trataba de la redición
de unos cuentos juveniles que quizá nadie había revisado en mucho tiempo.
Tampoco para jactarme, pues cualquiera podría haberse percatado (y también
pasarlo por alto). Solo lo saco a colación porque su respuesta, por sencilla,
lo engrandece sobremanera: "Si está mal, cambiadlo". Me consta que
otros, de menos talla, hubieran preferido justificarse. Ojalá aprendamos todos
de la humildad de don Miguel.
¡me lo apunto! (yo estoy haciendo una campaña parecida en el trabajo, aunque un poco más agresiva: "patadas en la boca"). Me falta la encantadora ternura que transmites, ay...
ResponderEliminarGracias, Elsa. Bienvenida a este rincón. Puedes pasarte cuando quieras y aportarnos mucho. En ocasiones, mi primera tentación también es ser más agresivo. Pero creo que un poco de ternura nos ayuda a todos a aprender, ¿no? Por cierto, desde ahora tienes mi permiso para tomar todas las imágenes, textos y vídeos que pongamos y difundirlos donde y como quieras. Si te apetece, claro.
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