domingo, 14 de abril de 2013

Cuidado cuando haya bandas




Quizá en tu barrio todo sea de color de rosa, pero en el mío hay bandas. Son grupo de palabras que intentan causarte problemas y pueden llegar a ser muy peligrosas. Aunque, en realidad, se nutren del desconocimiento de la gente. En cuanto identificas a los cabecillas, dejan de ser una amenaza. Fue mi madre la que me ayudó a desenmascarar a la primera pandilla que me molestaba, cuando era apenas un niño. Me dijo aquello de «ahí hay un hombre que dice ¡ay!». Como si se tratara de pura magia, se esfumó todo el peligro. ¡Ay, sospecho que esa generación tenía menos recursos pero más ingenio! Nunca les agradeceremos bastante sus sencillas pero eficaces técnicas de defensa personal ortográfica.

En fin, hoy quería hacer lo mismo con la frase que te propongo arriba. Es por una banda de delincuentes del tres al cuarto. Discúlpame si nunca te han incordiado. Es solo por si acaso. El cabecilla es «halla», del verbo hallar. No hay que confundirlo con su chica, «aya», que suena igual pero se escribe completamente distinto. La chavala tiene pinta de nodriza o institutriz (es lo que significa su alias). Pero de eso nada. Aunque actúa poco, tiene su peligro. «Allá» es otro de los miembros, un adverbio de lugar quizá menos dañino. Más que nada porque se acentúa distinto. Aparte de que siempre se mantiene a lo lejos, como por libre y en segundo plano. Para terminar están los gemelos: «haya» y «haya». No te confundas aunque sean como dos gotas de agua: uno es un árbol y el otro sale del subjuntivo del verbo haber. Un problema de fachada, como se ve. En el fondo no son tan problemáticos...

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